lunes, 5 de julio de 2010

Prepararnos para ser campeones del Mundo.




Lo peor que puede hacer México, en estos momentos es ir a llorar su derrota. Perder, lo han dicho infinidad de veces, más que una humillación o un finito, es una oportunidad y si se le quiere ver así, un reto. La historia y los hechos lo demuestran, es necesario que el ser caiga a lo más profundo de su dolor o sufrimiento para comenzar a reconocer las enormes posibilidades del ser. Ya lo decía el maestro: Para nacer, debemos morir. Por supuesto, lo decía en otro contexto, sin embargo es aplicable, por que, en realidad es la vida, lo que defendemos a cada instante, no tanto la supremacía ni el éxito: La Vida misma es lo que está en juego.

Alemania, Japón, Italia y una larga serie dé ejemplos lo demuestran: De las ruinas se han levantado, no solo para reconstruirse, sino para elevarse por encima de sus problemas. Con un sentimiento que rebasa el patriotismo. Es un sentimiento de valor comunitario, es, a mi parecer, el amor a la vida y el amor a la vida, no hay manera de expresarlo mejor que en la creación: hermanos somos, si hermanos nos concebimos.

La selección mexicana juega, participa, se reúne, comparte, pero no pasa de ahí. Mueve el balón, quizá con desenvoltura. No hay duda que sus intenciones sean ganar, ni que sus capacidades, incluso, puedan rebasar a la de otros jugadores extranjeros. No hay duda de que le echan ganas, aún cuando ese “echarle ganas” es uno de nuestros problemas, pero de eso hablaremos en otra entrega.

Los problemas de la selección mexicana, son muy parecidos a los problemas del país. No provienen de un mismo origen, no dependen de una sola persona y no existen soluciones fáciles, sin embargo, todos podemos enriquecer las posibilidades de triunfo si aportamos ideas, si trabajamos, si nos aliamos, si concebimos un campeonato como una realidad.

Una gran omisión, al momento de plantearse el triunfo, es tan obvio como imperceptible: ¿para qué? ¿cuál es el propósito de ganara? ¿por qué queremos o debemos ganar? En este momento se me pueden ocurrir miles de razones. El lector quizá hasta levantó las manos al cielo y pensó: ¡Pues obvio! Sin embargo, ¿tenemos claro un para qué? Y ese para qué ¿esta asociado a una realidad, a un aspiración a un valor, a un esperanza nacional? Por que obviamente, los directores, gerentes, jugadores, patrocinadores y demás, tienen muy claro que ganar equivale a muchas ganancias. Pero ¿es suficiente esa idea? Los hechos demuestran que no.

Por eso mi propuesta es que los seleccionados (y de paso los mexicanos), además de su entrenamiento reciban una cátedra completa de historia del México antiguo, de sus valores, de sus luchas, de su verdad. Que busquen, en sus orígenes, el espíritu de combate, de los aquellos, guerreros, que tenían que luchar, no por ganar, sino por sobrevivir. Los seleccionados, deben conocer a fondo la historia de las injusticias que ha padecido el mexicano, la enorme sed de amor que pulula en nuestras calles, en nuestros corazones, la gran necesidad de creer en algo o en alguien. Los seleccionados, deberían comprender, como representantes de México, le médula de nuestro espíritu y una vez con ello, deben ir a luchar por un nombre, por una verdadera vocación, una verdadera razón: México, su gente, sus niños, sus pobres, sus ancianos, sus madres solteras, sus hermanos indígenas, sus 70 millones de pobres, sus bosques devastados, sus ríos secos, su mar contaminado, su cielo gris.

Los mexicanos debemos luchar, si señor, pero entender para qué nuestra lucha, darle un sentido y propósito definido. Esa es la primera tarea, y la debemos emprender hoy. Hace falta liderazgo, claro está, pero debemos comenzar hoy con la tarea filosófica: ¿qué motivo puede ser tan grande, como para animar a 100 millones de mexicanos a trabajar, en conjunto por su país? Cuando encontremos la respuesta, estaremos listos no solamente para ganar un mundial sino para conquistar un progreso.

No hay comentarios: