lunes, 12 de julio de 2010

Preparándonos para ser campeones del Mundo II y última





A primera vista podría parecer muy simplista la proposición: Para ser campeones, para lograr el triunfo, necesitamos un motivo suficientemente poderoso como para hacer que abandonemos nuestras prácticas actuales y las canjeemos por formas de proceder, quizá hasta radicales, pero no nuevas.

Si vinculamos el pensamiento de un jugador de fútbol nacional, que no nacionalista, a una gran proyecto de nación, de verdadera trascendencia, un pensamiento inspirador, pero que lleve aparejado una acción inmediata, concreta, entonces, es muy probable que ese jugador adquiera un compromiso, que va más allá de sus deseo inmediatos de triunfo: Dinero, fama, mujeres y todos los etcéteras que se le puedan agregar.

Quizá, al momento de entrar a la cancha el jugador piense en los privilegios que podría perder, quizá piense en lo conveniente que sería resultar triunfadores, en aras de una mejor proyección profesional, sueldo, prestigio y los etcéteras anteriores. Al momento de entrar a la cancha, dará lo mejor de Si. Claro, por ganas no faltará, además lleva experiencia, talento, garra, pero que no concretan en triunfos. Por lo menos no en triunfos de la selección, aunque, de acuerdo a su desempeño, probablemente, uno o varios jugadores, resultarán ampliamente beneficiados con los dichosos etcéteras.

Quizá el jugador ponga a disposición de la afición sesudas interpretaciones de lo acontecidos en la cancha, las cuales explicará, con puntos y comas, en forma diligente y honesta. ¡Claro! Después de todo, o es tan difícil. Se trata simplemente de hablar con la verdad: Dimos todo en la cancha pero no concretamos. Por esto o por aquello. Da igual.

Los oficiales de la información deportiva, pregonarán también los estos y aquellos, desplegando interesantes análisis, explicando con lujo de detalle, los errores tácticos y estratégicos, ampliarán la información con cuantiosas estadísticas de los últimos lustros, sin obviar nada. Determinarán los perfiles de cada jugador, entrenador, directivo y aguador involucrado y al final, seguramente no dará con la respuesta adecuada.

Por que la respuesta adecuada no está en los jugadores, ni en los directivos ni en los aguadores: La respuesta adecuada está en los mexicanos. En la historia, en la gran capacidad que tenemos de ilusionarnos: Aspiramos a tener resultados diferentes, o sea ganar la copa del mundo, haciendo las cosas como las hemos hecho los últimos 4, 8, 12 16 años o más. Y nuestra ilusión crece con el apoyo de la aberrante idea, que nos fue implementada hace varios años: La mexicanidad es un sentimiento, cuando en realidad debería ser un galardón, una medalla al mérito, un premio. Definitivamente no se trata de regatear la nacionalidad, pues, de acuerdo a la constitución política de los Estados Mexicanos, nos pertenece, por el simple hecho de haber nacido en territorio mexicano. Lo que es cuestionable, son las asociaciones mentales a las que nos lleva la palabra Mexicano: Existen miles de opciones, chuscas, realistas, cursis, denigrantes, exuberantes, prejuiciosas, malintencionadas, edulcoradas, contundentes, ofensivas, estimulantes, raras. Y ese es el problema. Nacer Mexicano es una cosa, que se resuelve fácil. Ser mexicano está sujeto a cientos o miles de interpretaciones.

Cuando exista un consenso, que nos de una opción de mexicaniza inspiradora, que sea congruente y aplicable a todas las regiones de este enorme país de tan enormes diferencias económicas, sociales y culturas. Cuando ese concepto de mexicanizad lo compartamos, sin prejuicios de ninguna especie y si como una afrenta a nuestra apatía e indiferencia a las grandes desigualdades nacionales, en ese momento, estaremos a un paso de presentar una opción viable de nación, y claro, al ser un consenso, implicará una responsabilidad compartida. Y entonces, luego entonces, La selección mexicana de Fútbol tendrá algo que defender, algo más que sus privilegios personales y en ese momento, es muy probable que logremos el triunfo, para nuestra nación.

En ese momento diremos: Que viva México, nación independiente, humana y generosas a la que entregamos nuestra existencia. En ese momento lo diremos con convicción, entrega, pasión y lo usaremos a nuestro favor, no solo para ganar campeonatos internacionales de fútbol o de rayuela, sino para ganar una forma de vida a la que hemos aspirado por muchos años y que nada más no llega el día que podamos disfrutar.

Me lo dijo un Pollito: Que así como los habitantes de la ciudad de México, rebasaron a las autoridades en el sismo del 85, así Monterrey está sacando la garra y poniendo el ejemplo de lo que aquí se escribió. Los pobladores están haciendo.

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